Y es así de evidente para María Sainz, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública que cree que el baldeo de calles es una iniciativa necesaria que se tiene que adoptar siempre, al margen de que haya o no coronavirus, pero en una situación epidémica como la actual "hay que insistir más y hacerlo con un desinfectante", como es la lejía, subraya en una entrevista con Efe.
Sainz explica que el virus se queda en el suelo si una persona infectada "escupe, tose o estornuda" y dependiendo de las superficies puede permanecer activo entre dos horas y 9 días, de acuerdo con una información publicada por la revista sanitaria The Journal of Hospital Infection.
Otra variable a tener en cuenta y que refleja esta publicación es que el virus estará más o menos activo en función de la temperatura porque su supervivencia es mayor en materiales más fríos que calientes.
Atendiendo a todos estos factores, Sainz apunta a la posibilidad real de que los perros, durante sus paseos, recojan "por arrastre estos microorganismos" y los lleven a casa, un riesgo que sin embargo es remoto en el caso de las personas "ya que sería mucha casualidad que alguien pise justo donde un infectado con coronavirus ha escupido o estornudado".
Por este motivo y al margen de los baldeos que el Ejército, la policía y empresas privadas están haciendo para descontaminar las calles de ciudades y municipios, esta médico cree que se debe exigir a los propietarios de mascotas que limpien las patas de sus animales para evitar que el virus se propague a sus domicilios.
Otro experto que defiende la fumigación de las vías públicas como una barrera frente al contagio es Jaime Barrio, miembro del Consejo Científico del Colegio de Médicos de Madrid, quien afirma que el objetivo de esto es eliminar "toda la carga de virus que pueda haber" incluidas las calles y otros elementos de mobiliario urbano.
Aunque ahora es más difícil el contagio en el exterior debido a las medidas de confinamiento, sostiene que el peligro existe y, por tanto, la fumigación de las calles contribuye a evitarlo si bien no se atreve a afirmar el grado de efectividad que esto pueda tener.
Más allá de estas medidas de limpieza que se están adoptando, Barrio subraya que lo más efectivo es respetar la cuarentena y mejor hacer la compra cada quince días y no cada tres como piensa que está haciendo mucha gente para tomarse un respiro.
En estas operaciones de descontaminación de calles está trabajando activamente la Unidad Militar de Emergencia (UME), que se ha puesto manos a la obra con unos cañones parecidos a los de nieve que permiten son solo desinfectar el suelo sino también "nebulizar" otras superficies que se encuentran en las calles y matar el virus en paredes, tuberías, farolas, papeleras o puertas de acceso a edificios, explican a EFE fuentes de este cuerpo.
Aunque el COVID-19 podría quedarse en suspensión en el aire entre dos y tres horas, de acuerdo con algunos expertos, la limpieza no se hace por este motivo, dicen, sino porque el mayor riesgo de contagio se produce cuando se deposita en las superficies.
Pero en todo caso, explican estas fuentes, "la propia nebulización lo que hace es atrapar esas partículas víricas y depositarlas en el suelo, que es donde se eliminan".
La labor de desinfección que está desarrollando la UME en las vías públicas se está haciendo especialmente en pueblos donde el tránsito de personas -apuntan- es muy escaso y entonces la asepsia dura más tiempo, mientras que en las ciudades se centran más en espacios de mayor afluencia como estaciones de tren, metro o aeropuertos, aunque también se está llevando a cabo en vías públicas.