Opinion

Cumpliéndose el guión

José Miguel González Moraga
José Miguel González Moraga | Viernes 15 de abril de 2016

Quiero creer que todos los partidos políticos, sean del color que sean, buscan facilitar y mejorar la calidad de vida de la gente.

Y eso como teoría suena bien, pero la práctica es mucho más cruda y difícil.

Y es que, lo que los diferencia es el camino que proponen para conseguir el fin antes descrito.

Desde la izquierda pretenden lograrlo gastando más, mientras que desde la derecha lo hacen gastando menos.

Lo que nos lleva a un bucle permanente.

La izquierda gasta y malgasta hasta que la economía no puede más y llega la arruina, propiciando que llegue la derecha y se ponga a recortar hasta que la gente se harta de apretarse el cinturón y los mandan a paseo.

Momento en que vuelve la izquierda a gastar lo que con la derecha se ha ahorrado y mucho más.

Y vuelve la burra al trigo.

Además de que cada vez que entra un gobierno de otro color político, sea en la administración que sea, dedica más esfuerzo a deshacer lo hecho por los anteriores, que a solucionar los problemas de la gente.

Hasta ahora el bipartidismo era la tónica general, por lo que la alternancia en la gobernación era lo normal.

Los últimos resultados condenaron a esa gobernación necesariamente a la negociación entre varias fuerzas políticas, lo cual sería fácil si tuviéramos  otros representantes políticos.

Pero viendo la inquina, la envidia, el odio y la animadversión que se gastan, era fácil prever que íbamos de cabeza a unas nuevas elecciones.

Si entre ellos se vetan, se llaman deshonesto, marciano, Don Tancredo, o se arrojan cal viva a la cara, metafóricamente hablando, cómo esperar que se pongan de acuerdo para una investidura.

Es más, si esa investidura se produjera, imaginan el periodo de gobierno tan convulso que nos ofrecerían.

Pero hay que reconocer que hay presiones de todo tipo, pero las que más  pesan para superar y olvidar todos los insultos y descalificaciones que se han dedicado últimamente, son de índole personal.

Y es que muchos de los parlamentarios elegidos en diciembre no le han cogido aún  el gusto al cargo, y no duermen de pensar si repetirán o no en las próximas elecciones de junio.

Y eso, quieran o no, pesa y mucho.

Hasta la próxima.