La exposición “100 TAMBORES EN HELLÍN” en el Museo de Semana Santa, del 7 de marzo al 28 de abril, muestra la evolución del tambor hellinero desde 1870. Destaca cambios en materiales y técnicas, reflejando la industrialización y el arte local, con obras de destacados artistas que embellecen el instrumento.
En el Museo de Semana Santa, se llevará a cabo la exposición titulada “100 TAMBORES EN HELLÍN” desde el 7 de marzo hasta el 28 de abril. Esta muestra explorará la evolución del tambor, que también representa la transformación de Hellín desde 1870 hasta la actualidad. Como excepción que confirma la regla, se exhibirá un tambor militar datado a finales del siglo XVII.
La artesanía del tambor hellinero será valorada en esta exposición, destacando su evolución a lo largo del tiempo en cuanto a estructura, materiales y hechura.
- La caja: ha pasado de ser de hojalata a estar fabricada en aluminio;
- Los aros: han cambiado de madera a aluminio;
- Los tornillos: se presentan como metálicos -ya sean hellineros o con torreta- o han sido reemplazados por cuerda;
- La palometa: ha evolucionado desde el diseño tradicional hasta la copa;
- Las pieles: van desde las delicadas pieles de cabrito, elaboradas artesanalmente, hasta los parches de plástico industrializados;
- Los bordones: han transitado desde el cáñamo hasta las cuerdas de guitarra, incluyendo la tripa de animales y los entorchados de metal.
Los tambores nos revelarán cómo, en los últimos años, la demanda masiva de diseños artísticos ha llevado a la industrialización de las técnicas. Esto se evidencia en el uso de cortes de madera y metales; por ejemplo, las antiguas sierras de pelo han sido reemplazadas por el láser, y los buriles utilizados para realizar grabados han sido sustituidos por las mini amoladoras.
En los últimos cinco décadas, junto con el avance de la tecnología, el tambor ha evolucionado desde su forma primitiva hasta incluir elementos decorativos que lo embellecen. A medida que el tiempo ha transcurrido, se ha observado cómo estos adornos han sido solicitados de tal manera que la artesanía ha adquirido una relevancia considerable.
La creación de ornamentos por parte de artistas locales, combinada con la creciente demanda, ha permitido que la artesanía progrese y se perfeccione con el paso de los años.
La evolución del arte en la artesanía del tambor ha sido un proceso continuo a lo largo de los años, buscando siempre el embellecimiento del instrumento. En este contexto, se destacan los trabajos de artistas como Alejandro Barra y Fernando Mendoza, quienes han alcanzado niveles verdaderamente artísticos. También son notables las pinturas realizadas por José Ángel Ramírez sobre la caja del tambor, así como las obras de Francisco Ruíz Oliva, que decoran la piel del mismo. Además, los trabajos en pintura, corte y grabado de Pedro García Navarro merecen una mención especial.