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Esta sociedad está enferma (IV)

Por Miguel Ángel Vicente
martes 19 de diciembre de 2017, 02:27h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Y al tran tran de estos nuevos aires, se desvelan nuevos escándalos, como los abusos sexuales imputados al prestigioso director de orquesta James Levin, suspendido de la Opera de Nueva york, a la espera de una investigación, tras ser acusado de mala conducta sexual; o las más de 700 mujeres cantantes de ópera en Suecia que han levantado sus voces para denunciar agresiones sexuales cometidas en un mundo donde la ley del silencio ha imperado durante años, o la denuncia interpuesta por 18 mujeres contra Jean-Claude Arnault, dramaturgo y fotógrafo francés residente en Suecia, uno de los miembros que se encarga de seleccionar los ganadores del Premio Nóbel de Literatura cada año, acusándole de múltiples casos de acoso sexual y violación cometidos entre 1.996 y este mismo otoño, y que ya ha sido vetado por la Academia Sueca para la gala de los próximos premios.

Y en lo que parece un vendaval imparable e inexplicable, constitutivo, desgraciadamente, de la punta del iceberg, empieza a sentar cátedra en el mundo de la moda, con el anuncio de Condé Nast, la editora de revistas como “Vanity Fair”, “Vogue” y “GQ”, de dejar de encargar trabajos a Terry Richardson, polémico fotógrafo, conocido por sus imágenes de alto voltaje sexual, y que ya había sido denunciado en muchas ocasiones por abuso y acoso a sus modelos, y, asimismo, marcas como Valentino y Bulgari, igualmente anunciaron que dejarían de trabajar con el fotógrafo. Y otro fotógrafo que sigue los pasos del anterior, Bruce Weber, uno de los fotógrafos de moda más reverenciados, sobre el que dos modelos, Jason Boyce y Mark Ricketson, relataron casos de abusos, en 2.014 y 2.005, respectivamente, poniendo de manifiesto que toda esta clase de pervertidos sexuales, le dan, tanto al pelo como a la lana. Y por reseñar los más recientes, en este país, aún hoy, a duras penas, llamado España, la denuncia de acoso llevada a cabo por Eva Alcalde, árbitra asistente de Málaga, de 17 años, a través de su cuenta de Twiter, tras los improperios y el acoso de carácter machista que sufrió el domingo 3 de este mes y año, durante el partido entre Alhaurín de la Torre-Fuengirola, de la Segunda Andaluza Juvenil, desde una parte de la grada, compuesta por niñatos entre 13 y 17 años, germen ya del “machismo” que acaba degenerando en los hechos cometidos por “La Manada”, valiéndose del grupo y el anonimato, lo que les da un valor escandaloso y sin límites ni fronteras. Acabaron, como debió ser, expulsados del campo por los responsables del Club Local, en el descanso: o la también denuncia presentada por Carlota de “GH” contra otro miembro del programa, José María, y que bien haría la autoridad competente de mover los hilos oportunos para acabar prohibiendo este programa que emite Telecinco, por aberrante y denigrante para sus intervinientes, especialmente para las mujeres, y vivo ejemplo del mal ejemplo, valga la redundancia, para la juventud y los ciudadanos en general.

Y por si fuéramos pocos, va y pare la abuela, y así nos encontramos con el mal empleo de las nuevas tecnologías, calculándose que los delitos de “grooming” se disparan un 200%, siendo previsible que el ciberacoso de depredadores a menores aumente este año. Confianza, chantaje, abuso: éstas son las tres fases que emplea el depredador para engañar y acosar sexualmente a los menores en la red. Se ha pasado de 77 casos detectados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en 2.013 a 232 en 2.016, lo que supone un incremento de un 201’3%, y todo apunta a que este año 2.017 este tipo de delito podría aumentar, dado que hasta agosto se contabilizaron 164 casos, o, lo que es lo mismo, 20’5 infracciones al mes. Ante todo este batiburrillo bien pareciera darse a entender que en todas partes cuecen habas, siendo una constante en el mismo que el abuso se produce casi siempre, si no siempre, en un contexto de abuso de poder, de confianza y de dependencia, con esos tintes dramáticos en que se traspasan todas las líneas y se incurre en violación y/o asesinato u homicidio.

Y ahí seguimos, al pie del cañón, esperando la última, que nunca lo será, mientras nuestros mandamases y autoridades gubernamentales, autonómicas, provinciales y municipales, se dedican al triste y deprimente deporte de mirarse el ombligo, creyéndose los reyes del mambo, y ver adonde pueden arrimarse para sacar tajá. Así nos luce el pelo.

Y en el fragor de la batalla, como siempre, dando pábulo al refrán español de que las ramas no nos dejan ver el bosque, se ha entrometido la lucha por lo conceptual que, en principio, sí pudiera ser importante, con matizaciones y razonamientos lógicos, dejando de lado el fondo del asunto que no es otro que la adopción de medidas verdaderas, de calado, incontrovertiles, para acabar o, en su caso, minimizar, los casos de “violencia de género”, englobando dentro de este término o concepto, cualquier actuación hecha una persona sobre otra, particularmente la del hombre sobre la mujer, por la que ésta sufre desprecio, cuando no maltrato físico o psicológico, y, en las más de las ocasiones deseadas, violación o asesinato, sin que en estos casos debiéramos englobar el homicidio.

Y así, Sara Flores Romero, estudiante de Márketing y Turismo en la Universidad de Cádiz, decidió empezar un “change”, al descubrir en las redes el concepto de “sexo débil”, aplicado al conjunto de las mujeres, y su antónimo, “sexo fuerte” al conjunto de los hombres, todo ello según el Diccionario de Real Academia de la Lengua Española, la cual ha reaccionado, según su actual Director Darío Villanueva, no por esta reclamación (que cuenta con más de 160.000 apoyos), sino porque ya la propia RAE en su continuo revisionismo, desde 1.713, cumpliendo su lema de “limpia, fija y da esplendor”, ya tenía previsto matizar el concepto indicado, junto al que aparecerá una marca de uso que especificará que se trata de una expresión que se utiliza “con intención despectiva o discriminatoria”, lo que aparecerá a finales de este mes, pues, aunque la revisión ya estaba aprobada antes de la campaña del “Change”, la RAE no actualiza el Diccionario hasta que no se tiene un grupo de términos y se hace el volcado. Y añade unos cuantos ejemplos de empleo del término “sexo débil” por Espronceda, Emilia Pardo Bazán, el Che Guevara, Ruiz Zafón o Carmen Alborch, y otros tantos que utilizaron el término “sexo fuerte”, en el sentido de “conjunto de hombres”, como Larra, Rosalía de Castro, Rubén Darío, Unamuno o Gonzalo Torrente Ballester, y sin que por este empleo sus obras, algunas, si no todas, joyas de la literatura, desmerezcan un ápice, ni se le cayeron los anillos a sus autores.

En cualquier caso, la enfermedad de esta sociedad no se cuantifica ni se termina con esta ristra de “machismo” indolente, atávico, macabro, a veces, intolerable, degradante y pervertido, sino que existen otros muchos síntomas, lamentables, exponentes de otras muchas enfermedades que afectan a la médula de esta sociedad actual que, en no pocas ocasiones, parecen conducirnos a acatar aquél refrán de nuestro refranero de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

                        20 de diciembre de 2017

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