Ya ha adoptado el Gobierno de España, con Don Mariano Rajoy Brey a la cabeza, como su Presidente, e, inmediatamente, después, con su Vicepresidenta, Doña Soraya Sáenz de Santamaría y demás ocupantes de poltronas Ministeriales, la decisión de aplicar el contenido del artículo 155 de la Constitución Española, con todo su peso y su dureza, a la Autonomía Catalana, con la destitución del Govern de ésta en pleno y la toma del mismo por el Gobierno de España, también en pleno con el propio Mariano Rajoy Brey como Molt Honorable President. Es decir, la línea más dura del Gobierno de España, ha hecho vencer la balanza a la maquinaria desatada con la dicha aplicación del artículo 155 de la Constitución Española, para, prácticamente, no dejar huella alguna del actual Govern de la Generalitat, que, con la decisión tomada, tras su cierta aprobación por el Senado Español, debido a la mayoría absoluta de que en el mismo goza el Partido Popular, ha quedado dinamitado y reducido a la indigencia política y el Parlament aún convidado de piedra, y que no pare la cosa ahí, porque ganas, lo que se dicen ganas, el Gobierno de España, bajo las directrices del PP, se las tienen jurada, y no de ahora sino desde “in illo tempore”, a la Autonomía Catalana, en la que, por cierto, el Partido Popular, bien puede decirse, que no se come una rosca, lo que supone un baldón inaceptable para el partido que dirige Mariano Rajoy, acostumbrado a sus mayorías absolutas y aun, sin pese a éstas, a su ordeno y mando, contando cuando no las tiene con la anuencia imprescindible de un Albert Rivera y su Ciudadanos, en este caso, que se ha creído que es el salvador de la patria y al que se le ven las ganas de morder poder cada vez que abre la boca, aunque, de momento, no es ni más ni menos, que el tonto útil al que utiliza como un títere y pelele el Partido Popular, o más bien, Don Mariano Rajoy, aunque para los efectos, tanto monta, monta tanto, el PP como Mariano. Y la prueba del algodón radica en el punto fundamental en su pacto y base de investidura, para darle el Gobierno, de examinar la financiación ilegal del PP y la corrupción galopante de este partido y de sus miembros, que, tras un arranque, ha quedado en aguas de borrajas y relegada para “ad calendas graecas”, en un síntoma más, de cómo las gasta el Presidente del Gobierno, que suele llevarse al huerto a desavisados e ilusos, que creen ser el botón clave para salvar a España. Sí, esa España, de nuestros desvelos, esa España usada como pretexto para Dios sabe qué finalidades, y cuyo nombre, últimamente, no deja de ser usado en vano por quienes creen ser los salvadores de la Patria.
Llegados a este punto, conviene recapitular y pasar a revisar algunos conceptos, usando a tal efecto, el Diccionario de Uso, valga la redundancia, del Español, de María Moliner. Veamos:
PATRIA: Con relación a los naturales de una nación, esta nación con todas las relaciones afectivas que implica.
HACER PATRIA: Contribuir alguien con sus acciones a que su país sea más digno de admiración y estima.
PATRIADA: Campaña de un grupo social o político que se organiza bajo el pretexto de salvar la patria.
PATRIOTA: Se aplica al que ama a su patria. Particularmente, al que ha realizado algún sacrificio por ella.
PATRIOTICO: Se aplica a las cosas con que se ensalza o beneficia a la patria.
PATRIOTISMO: Cualidad de patriota o patriótico.
PATRIOTERO: Se aplica al que exagera las muestras exteriores de patriotismo o tiene un patriotismo ostentoso pero superficial.
PATRIOTERISMO (o PATRIOTERIA): Actitud de patriotero.
PAIS: Comunidad de personas que viven en un territorio regido todo él por el mismo gobierno y unidas por lazos étnicos o de historia. Esa Comunidad con el territorio y todo lo que pertenece a él. Comunidad de personas de la misma raza, con los mismos usos, particularmente el mismo idioma, que, por alguna razón histórica ocupa un territorio dividido entre varios países.
Finalmente, ESTADO: Nación organizada políticamente. Y ESTADO DE DERECHO: Estado en que la actuación de los gobernantes está sometida a las leyes.
Pues bien, tras este conceptualismo definitorio, preciso para aclarar un poco las ideas de donde estamos y hacia donde vamos, y ante la respuesta en España, al movimiento independentista desatado en Cataluña, parece que, ahora, hoy, en estos momentos, nos hemos dado cuenta de que somos españoles, pero incidiendo en el “patriotismo”, y así, recuerdo lo dicho en el artículo de la pasada semana:
“Asimismo, no acaba de entenderse la eclosión de “españolismo” desatado entre la ciudadanía de la piel de toro, cuando hasta ahora, fuera de la Selección de fútbol, cuando gana, nunca se había hecho bandera del mismo, antes al contrario, siempre se han venido tachando de fachas a quienes, simplemente, hicieran ostentación, aun sin aspavientos, de cualquier objeto o enseña, que se relacionara con el símbolo nacional, hasta el punto, incluso, que a la Selección Española de Fútbol, no se la conoce como la Española, sino como la “Roja” y a las “sub”, como “la rojita”, que ya son ganas de mentar la soga en casa del ahorcado y hacer un espantoso ridículo. Porque el patriotismo, el amor a la patria, no se mide en metros cuadrados de bandera (como la expuesta por un empresario en uno de sus edificios en construcción en Valdebebas, de 731 metros cuadrados, la mayor de España) ni en la cantidad de banderas ondeadas al viento, cuestionando el PSOE a los oportunistas que se dan golpes de bandera en el pecho; a la manera como el amor no depende de la medida del corazón, ni la hombría, hablando sexualmente, depende del tamaño del pene. El patriotismo, el amor a la patria, es un sentimiento, una seña de identidad, un compromiso con unos valores y principios irreductibles, una manera de ser y de comportarse y un orgullo que recorre hasta la médula y las entrañas y que desemboca en el fiel cumplimiento de la ley. Por eso extraña que el Partido Popular y su Gobierno de España impelan hasta la extenuación a acatar la ley y los parámetros marcados por el Tribunal Constitucional, ese Tribunal, precisamente, que en una reciente sentencia ha puesto de hoja perejil a todo el Gobierno de España por aprobar en 2.012 la ley de Amnistía Fiscal, contraviniendo flagrantemente la propia Constitución y el Ordenamiento Jurídico Español, con el fin de favorecer a unos pocos, amiguetes, en detrimento del conjunto de los españoles y del bien y el interés generales, causando una impresentable e inadmisible discriminación respecto del resto de ciudadanos. Si el Tribunal de Cuentas exige a Artur Mas el pago de una multa de cinco millones doscientos mil euros que empleó en la consulta de 2.014, ¿cuántos cientos de millones debiera exigir el Tribunal Constitucional al Gobierno de España por lo dejado de ingresar en base a la ley de amnistía fiscal?”.
Y, ahora, añado, de nuevas, que el patriotismo exige el cumplimiento, a rajatabla, de las normas del Ordenamiento Jurídico, sin que se puedan envolver en tal bandera quienes utilizan sus cargos públicos para enriquecerse personalmente o/y para financiar ilegalmente al partido al que pertenecen, que no es, ni más ni menos, lo que ha venido ocurriendo desde Dios sabe cuándo, por este Partido Popular, que se jacta de estricto cumplidor de la ley, pero que tiene a cientos de cargos involucrados en procesos penales (y algunos ya condenados) por meter la mano en la Caja Pública de Caudales, haciendo del Erario Público de su capa un sayo y siguiendo al pie de la letra la proclama que, en su día, hiciera la Ministra del PSOE, Carmen Calvo, de que “el dinero público no es de nadie”, a la que le faltó añadir, que sería de aquél que primero le echase el guante. Pues bien, mal se compadece ese patriotismo, en realidad, patrioterismo, con esa actitud de defraudar al conjunto de los españoles adueñándose, por medio de sus cargos, de los fondos que son allegados a esa Caja Pública de Caudales con el trabajo y el sudor de la frente del conjunto de los españoles que, escandalosamente, trabajan más de seis meses al año para pagar impuestos, para que, luego, se desvíen esos caudales por las cañerías de los gobiernos, sean nacionales, autonómicos, provinciales o municipales, haciendo un daño irreparable al interés general de la nación. Por tanto, ¿de qué patriotismo estamos hablando? Patriterismo, puro y duro, usando y abusando los cargos públicos para beneficio propio y del Partido al que pertenecen y en perjuicio de conjunto de todos los españoles.
Y en esas estamos, envueltos en la bandera de España, haciendo uso de su patrioterismo, el Gobierno de España, tratando de laminar cualquier atisbo de independentismo y lanzando un aviso a navegantes (léanse País Vasco y Navarra, entre otros), ha tomado el camino de en medio, el del sector más duro de su Partido, especialmente el de su antecesor José-María Aznar, con un Ciudadanos entregado al PP y un PSOE que no quiere quedarse atrás pensando en el reparto de la tarta, pero que ya ha empezado a agrietarse en Cataluña, en la que algunos Alcaldes, han hecho un llamamiento por escrito para que el PSC de Miquel Iceta no acate, sin más, la aplicación del artículo 155.
Por otra parte, la Unión Europea, ni está ni se la espera, habiendo prestado un respaldo incondicional a Mariano Rajoy, y para teatralizarlo, quizás, se ha concedido a la UE este año el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, trayendo a Asturias a los tres pesos pesados de la misma, Jean-Claude Juncker (Presidente de la Comisión Europea), Antonio Tajani (Presidente del Parlamento Europeo) y Donald Tusk (Presidente del Consejo Europeo), que recogieron personalmente el premio, ¡menuda terna! Siendo inentendible e improcedente las declaraciones de los mismos respecto al asunto de Cataluña, proclamando Antonio Tajani tajantemente que “no es responsabilidad de Europa mediar en una región de España”, lo que, además, es de una incongruencia abisal, en primer lugar, porque hacen dejación obscena de la base y premisa por la que, presuntamente, le haya sido concedido el premio Princesa de Asturias este año a la UE, en materia de “Concordia”, cuyo significado, según el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, es “relación entre las personas que se tratan con cariño y no riñen. Acuerdo, armonía, paz o unión”: flaco favor le hacen estos tres espadas escaqueándose del problema y lavándose las manos tal como se las lavó Poncio Pilatos, entregando a Jesucristo a los judíos para su muerte en crucifixión. Y en segundo lugar, porque si no estamos tontos, España forma parte de la UE, y, por ende, Cataluña, forma parte de esa misma UE: entonces, ¿por qué se omite la intermediación en un conflicto que afecta a una Nación y a una Región de esta Nación, miembros de la UE? Un ejemplo más del filibusterismo que impera en ese macroestado que quiere conformarse europeo, para afrontarlo a los United Status of America.
Item más, según la versión oficial del Gobierno Español, no se habló de Cataluña en el Consejo Europeo celebrado el día anterior al de los Premios Princesa de Asturias, porque nadie pidió al Presidente Mariano Rajoy una sola explicación, versión desmentida hasta por tres fuentes presentes en la cumbre que explicaron que la canciller alemana, Angela Merkel, invitó a Rajoy a hablar sobre Cataluña durante la cena informal del jueves, pretendiendo la canciller que España explicara al resto de líderes la crisis de Estado en Cataluña y los próximos pasos a dar por el Gobierno Español, declinando nuestro Presidente la invitación, rechazado igualmente, con un ademán corporal (cómo no podía hacerlo de otra manera, ya que este hombre es nulo en el arte de los idiomas y no se entera de la misa la mitad, aunque hace aspavientos y ademanes de coloquiar y enterarse de algo) el intento del Presidente del Consejo, Donald Tusk, de que les ilustrara sobre la cuestión catalana. O sea, que el que se niega a hablar y dialogar, no sólo en Europa, sino en España, es el propio Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, que, entre otras razones, debe tenerle hincha a Carles Puigdemont, porque éste, en lo que se ha visto, domina el catalán, el español y el inglés.
Finalmente, comentar que este año los Premios Princesa de Asturias se han utilizado como una plataforma para darle hostias a los independentistas, implicando, una vez más, al propio Rey de España, Don Felipe VI, el cual, desde luego, no hace otra cosa que defender sus habichuelas, pues huye ante el término “república”, como el diablo de la cruz. Por cierto ya empalaga que los medios de comunicación no cesen, en las excesivas alabanzas a la elegancia y el porte de la Reina consorte, Doña Leticia, la cual bien pareciera que no se dedica a otra cosa que a consultar a diario, como hiciera la bruja de Blancanieves, su espejito, espejito, preguntándole ¿quién es la más guapa del reino? Desde luego, con sus medios cualquier española le igualaría e, incluso, pudiera ser que la superara.
MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ
25 de octubre de 2017