desde naves industriales, centros comerciales, camiones, entidades bancarias pasando por gasolineras, bares o explotaciones agrarias, que actuaba también en Toledo.
Unos objetivos situados fundamentalmente en las provincias de Valladolid, Salamanca, Zamora, Burgos, Toledo, A Coruña y Zaragoza, así como en distintos puntos de la Comunidad de Madrid y Cantabria, según informan ambos cuerpos que dan por esclarecidos 126 robos.
Los investigadores consideran que los integrantes de esta banda, que actuaban en tres células, tenían un alto grado de especialización, hasta el punto de que tras un estudio previo del tipo de robo, destinaban a sus miembros más preparados a la comisión del mismo dependiendo de si tenían que hacer un butrón o si tenían una pericia especial como conductores para cometer un alunizaje.
En caso de ser detectados no dudaban en huir poniendo en peligro la vida de los agentes que los habían descubierto, llegando en alguna ocasión a atropellarles en su fuga. Para evitar dejar huellas en los vehículos que también robaban, los incendiaban después de los asaltos.