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España: ¿Estado de Derecho? (VIII)

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 10 de mayo de 2017, 04:16h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

En fin, como se ve, hay movimientos en las cloacas y las cañerías del Gobierno, y del Partido Popular, para entorpecer ilegalmente la acción de la Justicia sobre los imputados, perdón, investigados (aunque el traje no hace al monje), de su Partido, lo que no sólo levanta sospechas sobre esa intención de beneficiar a sus miembros corruptos, sino que agranda la sospecha de que también trata de entorpecer la investigación sobre la propia corrupción y financiación ilegal del Partido, que es lo que a la postre, con esa actitud, parecen venir a reconocer, en cuanto a su existencia casi “per omnia saecula, saeculorum”, amén.

Y no vale la manida manifestación de que los corruptos son los que son, como si se trataran de un “numerus clausus” (que no lo sabremos nunca) y de que hay muchos cargos y militantes del Partido Popular que son honrados y trabajan honradamente por el bienestar público y social en beneficio del interés general de los ciudadanos, lo que, por otra parte, sería su obligación, o sea, que por ello no se hacen acreedores de ningún reconocimiento especial ni aspirantes a ninguna medalla o diploma ni al Premio Nobel de la Paz ni a ningún otro; es más, si yo fuera, hoy por hoy, militante del PP, que no lo soy, que nunca lo fui y que firmemente creo que nunca lo seré, rompería mi carnet y me desmarcaría totalmente de un Partido que hoy está inmerso en unos casos de corrupción que jamás podríamos haber podido creer ni imaginar, porque, a la vista de lo que está aflorando y la actitud del Gobierno y los Jerifaltes peperos ante lo que vamos sabiendo y conociendo, que siempre será el chocolate del loro o la punta del iceberg, nadie que se precie de verdaderamente honrado, pulcro y cumplidor de la ley, puede permanecer indiferente y asociado a un Partido que se encuentra presuntamente fuera de la ley y que de darse estas circunstancias que le rodean y embargan, en cualquier entidad o sociedad sería sobradamente causa de disolución de la misma.

Y sin que valgan echar balones fuera, mirar para otro lado, hacerse el loco o comentar con la boca pequeña y de soslayo que “el que la hace, la paga”, como en numerosas ocasiones han manifestado los mandamases peperos, tales como el propio Presidente del Gobierno de España, Don Mariano Rajoy Brey, la Vicepresidenta de dicho Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (la cual, por cierto, parece que ha sido defenestrada al rincón del olvido y ha perdido el amor primigenio que, en su día, le dispensara su Jefe de Partido), o la Ministra de Defensa, nuestra paisana María-Dolores de Cospedal, frase a la que suelen añadir que el movimiento judicial que se desarrolla acerca de sus correligionarios inmersos en casos de corrupción y el propio Partido (no lo olvidemos, que también se halla imputado, perdón, investigado, como beneficiario a título lucrativo de las trapisonderías, tejemanejes, que no son baladíes, de apropiación indebida y otros muchos delitos cuya enumeración ya llenaría de por sí solo un artículo) es que “ el Estado de Derecho, funciona”, a lo que habría que argüir, que lo que verdaderamente funciona, a la vista de lo visto, valga la redundancia, es ese tejido de corrupción, yo diría que ya tan incorrupto como el brazo de Santa Teresa de Jesús, sistémico, endémico e inatacable, a la manera como ocurre con la persecución del tráfico de droga, porque por muchos alijos que se atajen, simultáneamente y coetáneamente surgen, como setas, tras la lluvia otoñal, otros muchos, lo que hace imposible ese exterminio de una y otra. Y ese Estado de Derecho se convierte más bien en un “Estado de Deshecho”, con su añadido (porque si no, de dónde van a sacar fondos para tanto como se birla y se saquea) y adherido “Estado Confiscatorio”, a fin de poder rellenar las arcas públicas de caudales para satisfacción y alegría orgiástica de tanto chorizo como parece ser que existen.

Y es que, como hemos dicho muchas veces, más de las deseadas, la cabra tira al monte, y el amigo de lo ajeno (aunque aquella insigne Ministra de Cultura del Gobierno de Zapatero, Carmen Calvo, declarase que el dinero público no es de nadie) no reconduciría su conducta por más que lo pillen con las mano sen la masa a él o a sus colaboradores o adjuntos, porque parece ser una enfermedad que crea adicción, como la droga, y que, al parecer, es incurable, y en cuanto ven un céntimo de euro ajeno les empiezan a temblar las piernas y allá que se lanzan como las moscas sobre un panal de rica miel. Y así, adoleciendo de esta epidemia, cualquier medio que se ofrezca a la vista válido para amasar fondos ajenos es visto con buenos ojos por los amigos de lo ajeno, que tratan, en base a su posición de privilegio desde los cargos públicos que ostentan, facilitar el saqueo de las arcas públicas, revistiéndolas, en no pocas ocasiones, bajo la legalidad aparente (y fraudulenta) para saltarse los controles y adueñarse del parné que tanto añoran y desean.

De esta manera, no se entiende cómo se permite la creación de Fundaciones, ligadas a los Partidos Políticos, receptoras de no pocas importantes subvenciones del Estado, Autonomías, Diputaciones y Ayuntamientos, con la única finalidad, como hemos dicho, de revestir de legalidad lo que huele a podrido desde su origen. Recordemos que no hace mucho, el señorito Aznar, Presidente de la Fundación FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), vinculada al Partido Popular y que, ahora, desde la renuncia del mismo a la Presidencia de Honor de dicho Partido, parece desvinculada de éste, y que, repantingado en un sofá o un sillón de piel, dándole pábulo a su sesera, nos impelió a los españolitos a trabajar, al menos, hasta los 70 años, con el objeto de favorecer la sostenibilidad del Sistema de Pensiones, cuya Hucha, recordemos, está hecha unos zorros y que quedará a cero tan pronto haya de satisfacerse la paga extra de Julio, y que la ha vaciado este Gobierno del PP, que tantas flores se echa sobre sí mismo de buen gestor y administrador de la cosa pública. Desde luego, y esto lo digo yo, que también  pienso, aunque sin remuneración a cambio de tan descansado y bien remunerado trabajo, la mejor manera de salvar ese Sistema sería trabajar hasta la muerte, y así, muerto el perro, muerta la rabia, y las cuentas de la Seguridad Social cubrirían el déficit acumulado desde 2.012, ascendente a 80.000 millones de euros y la desviación que se estima de 16.200 millones de euros para este año 2.017.

Habría que preguntarse el montante a que ascienden las subvenciones del Estado y otras Administraciones Públicas a este tipo de Fundaciones Políticas, innecesarias por lo demás, pues bien podrían reunirse a pensar los militantes de los respectivos Partidos Políticos, en sus respectivas sedes, también generosamente subvencionadas, debiendo, por tanto, replantearse la necesariedad y conveniencia de las mismas.

MIGUEL-ANGEL VICENTE MARTINEZ

10 de mayo de 2017

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