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En política, ¿vale todo?, ¿o no?

Por Miguel López Valles
sábado 05 de marzo de 2016, 11:04h
Miguel López Valles
Miguel López Valles

¡Y pensábamos que teníamos una democracia consolidada!.

Los días transcurridos y los sucesos ocurridos a nivel político desde el 20 de diciembre demuestran que -al menos entre la clase política- eso no está nada claro.

Sí creo que a nivel social la democracia está arraigada y no temo a quienes se pretende presentar como destructores de lo conseguido hasta ahora porque considero suficientemente maduro e inteligente al votante español y no lo va a consentir.

Cada idea política tiene su tope de votantes, y los españoles el 20 de diciembre lo que dijeron, y no otra cosa, es que no quieren que ninguno de los cuatro partidos que ahora lideran los escenarios políticos gobierne con amplia mayoría, sino que estos se pongan de acuerdo.

La intención de voto podrá ir cambiando, pero siempre lo hará de forma que nadie pueda modificar los fundamentos de nuestra Constitución, cuya reforma y actualización no van a desvirtuarlos.

Pero vayamos a las curiosas contradicciones que a diario nos ofrecen nuestros políticos, y que hacen que el pobre contribuyente que parecía que se quería implicar un poco más en “el arte de lo posible” pierda la fe en la política y termine alejándose nuevamente, como viene ocurriendo generación tras generación.

¿Vale todo en política?. Si así fuera, ningún insulto sería más grave que otro, pero terminaríamos llegando a la convicción de que por la vía del agravio y el enfrentamiento visceral, cada vez será más complicado que España avance a velocidad de crucero.

Todos sabemos que la energía que nuestros políticos dedican a resaltar sus diferencias, no es otra cosa que un freno al avance de nuestra sociedad.

Y una cosa más, si creemos que todas las ideas son respetables, lo serían tanto las de centro como las llamadas extremas, y entonces Podemos habría de respetar al PSOE; el PSOE, al PP; el PP a Ciudadanos; y Ciudadanos a Podemos y viceversa.

Por otro lado, para quien diga que no todo vale, si se es consecuente, no valdrían las formas, ideas y propuestas de ningún partido político, y me refiero sobre todo a PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos que es a quienes los electores hemos encomendado la tarea de ponerse de acuerdo.

La verdad es que no creo que en este semestre lleguen a un acuerdo los caballeros de nuestra mesa redonda patria. Solo lo harán si llegan al convencimiento de que unas nuevas elecciones repartirían las fuerzas nuevamente sin mayorías hegemónicas y, entonces, sí que se verían obligados a pactar.

Que tras unas segundas elecciones –que considero lo más probable- se diera lugar a unos terceros comicios, sería escandaloso y no tengo tan mala opinión de nuestros políticos.

Por mojarme, mi opinión es que en España los políticos ya no se clasifican entre la derecha y la izquierda, no hay más que oír a los más radicales de todos los partidos (que en todos los hay). Los hemos de clasificar entre sosegados -partidarios de un cambio lento- o exaltados -que lo son de  una revolución-.

Creo que me estoy haciendo viejo porque me encantaría creer en los que proponen una revolución, pero tengo que reconocer que me quedo con los que nos ofrecen un cambio más tranquilito.

No me gusta nada el sistema, no me gusta el capitalismo, tampoco las vergonzosas diferencias económicas entre los habitantes de nuestra España y mucho menos si miramos allende nuestras fronteras.

Me encantaría poner un granito de arena a favor de la revolución. Pero prefiero que no sea cruenta y creo que todas lo son.

Y no me extiendo más porque el tema da para escribir una Wikipedia entera.

Albacete, 5 de marzo de 2.016

Miguel López Valles.

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