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La mala conciencia

Por Miguel Ángel Vicente
miércoles 16 de septiembre de 2015, 00:12h
Miguel Ángel Vicente
Miguel Ángel Vicente

Existe un clásico refrán español, dentro de un refranero, tan certero como puñetero, cual es el que proclama “meterse en camisas de once varas ”, que, según refiere el Diccionario de Refranes, Dichos y Proverbios, de Luis Junceda, “es imiscuirse en asuntos en los que a uno ni le va ni le viene, para enojo de otro, cuando no de sí mismo. Frase de sentido anfibológico, proviene del aparatoso ceremonial con que en el pasado se celebraban los actos de adopción, donde se prescribía que el adoptante metiese al adoptado por la manga de un amplio camisón y le sacase por el cuello de éste. Mas como entonces, al igual que hoy, no siempre estas adopciones daban buen resultado, el recelo de las gentes vino a acuñar el dicho disuasorio, dirigido, generalmente en forma negativa, al aspirante a la adopción o, lo que es lo mismo, al que, por su cuenta y riesgo, se mete donde no le llaman”.

Pues bien, esto es el fiel reflejo de tantas acciones, con intervención militar, de Occidente, con los USA a la cabeza, en los territorios árabes, a fin de llevar a los mismos a la convicción de las bonanzas que conlleva la democracia y blandir el estandarte de los Derechos Humanos, como si unas civilizaciones y culturas tan milenarias o más que la nuestra pudiesen cambiarse de la noche a la mañana, por arte de birlibirloque y en un plis plas, de manera que a unas naciones en las que el régimen político es la tiranía, con más o menos ingredientes o grados de composición, pudieran imponerse los postulados de las civilizaciones occidentales, cristianos y democráticos, que, por lo demás, van siendo abandonados en la actualidad, lamentablemente, y, a mayor abundamiento, pudiéramos imbuir a dichas sociedades de lo magníficos que somos e inculcarles lo bueno y benéfico que es que la mujer use la minifalda y practique el top-less, en una operación semejante a la que se llevó a cabo en las Américas, desde que Cristóbal Colón, en 1.492, posara allá sus pies y arribase a dichas tierras con sus tres Carabelas, la Santa María, la Pinta y la Niña, a fin de llevar a aquéllas salvajes y lejanas tierras la civilización de Occidente y evangelizar en la Religión Católica, Apostólica y Romana a aquellos infieles que eran sus pobladores.

De esta manera y en sucesivas etapas, se ha intervenido por Occidente en terceros países, denominados o circunscritos al tercer mundo, desde tiempo inmemorial, pero como casos más recientes, basta citar el derrocamiento de Sadam Hussein, en Irak, en base a un virtual e inexistente almacenamiento de armas químicas y de destrucción masiva, o en Afganistán nido de los talibanes, o en Libia contra Gadafi, que se codeó con la créme del establishment político, al más alto nivel, y, ahora, en un conflicto que se ha convertido en un polvorín insoluble, que está desangrando al país, y cuya solución parece no llegar nunca, en la Siria de Bashar Al-asad, nacido al amparo de la llamada “primavera árabe” y que está dando lugar a uno de los mayores problemas de emigración-migración-inmigración que se recuerda desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que está llevando de cabeza a los líderes europeos, esos que tanto se jactan de las bondades, de la solidaridad y el cameleo de la Unión  Europea, hasta el punto que está poniendo de manifiesto el lobo que se escondía bajo la piel de cordero que todos, en un alarde de buenismo y confraternidad, han venido poniendo de manifiesto a lo largo de estos ya largos años de vida del invento de la UE. Y no es que nos pille de sorpresa esta puesta al descubierto de lo que, de verdad, esconde cada Estado bajo esa piel de cordero, pues, aunque haya crédulos o, más bien, interesados, en esa apariencia de bondad infinita, de solidaridad sin límite, de amor a todos quienes no son propios, esa realidad se ha venido demostrando a lo largo de los años, aunque siempre con un silbar de despistados, con un mirar para otro lado y con un tirar para adelante, sin pararse a pensar que para que el tren pueda circular y llevarnos al Paraíso Terrenal, es preciso que se instalen las adecuadas vías e infraestructuras que permitan, sin problemas, su desplazamiento hacia el Más Allá. Pero parece que esto lo han pasado por alto tan sesudos, ecuánimes y bonancibles dirigentes europeos, que, en definitiva, no han hecho otra cosa que mirarse el ombligo y multiplicar por cien mil los gastos burocráticos, para cuya satisfacción no han dudado un instante ni les ha temblado la mano en sumir a sus ciudadanos en la penuria, la miseria, el hambre, el horror y el espanto, a base de promulgar y practicar políticas de ajustes, de austeridad, de supresión de derechos y de sujeción a un sistema fiscal confiscatorio sin paliativos.

Pues bien, ahora, tras titubear y entrar en una puja, como en una subasta de ganados, se horrorizan ante la avalancha humana de emigrantes que se les viene encima, sin darse cuenta ni reconocer ni hacer un mínimo acto de contrición, de las causas que impulsan a tal marea humana a recalar en suelo europeo, que no han sido sino la mala política de quienes quieren convertir a un Estado, mal que bien gobernado por un dictador, cual Bashar Al-asad, en un polvorín, al meter las narices donde no les llamaban y prestar cobertura logística y armamentística a los insurgentes, a fin de derrocar al tirano, sin darse cuenta de que mientras contribuían al debilitamiento de aquél estaban engordando al verdadero monstruo de siete cabezas, cual es el Ejército Islámico, que ha mostrado ser más cruel y sanguinario que aquél a quien querían alejar del poder, creando un conflicto que ha terminado por propiciar la estampida humana huyendo de la quema, pues una vez provocado el incendio, las fuerzas intervinientes occidentales se han llamado andana y dejaron aquel infierno en llamas vivas y abandonando a su suerte al pueblo por el que decían intervenir, cuando la realidad es que, de vez en cuando, Occidente, especialmente los United States of América, necesitan dar salida al stok de la industria armamentística, que constituye por sí misma, un importante lobby en el paraíso estadounidense, por lo que el Presidente de dichos Estados Unidos de América, Mr. Barak Obama, ya va siendo hora de que devuelva el Premio Nobel de la Paz, que tan inoportuna como inmerecidamente, le fue conferido por el Instituto Nobel Noruego, y si no lo hace voluntariamente, que se lo retiren, como le han retirado a Don Francisco Franco Bahamonde tantos títulos honoríficos por los distintos municipios y ciudades españolas.

Y como la mala conciencia arraiga en quien obra mal, ahora, la Canciller Alemana, Ángela Merkel, ha echado un cuarto a espadas y se ha querido convertir en la paladina del acogimiento, hasta que viendo la magnitud de la tragedia, se le han hinchado las narices y ha dicho basta. Y es aquí y ahora cuando una vez más, y en toda su crudeza, se va a ver la fragilidad de la Unión Europea, la construcción artificiosa de la misma, su creación bajo una burbuja de buenismo falso, falaz e inexistente y que puede acabar con la misma a poco que los países que la integran se dejen de gaitas y dejen a la luz su verdadera piel de lobo. Mas en el pecado llevan la penitencia. Y en sus conciencias pecharán con el holocausto de quienes intentando llegar a tierra segura, se han dejado la vida en el mar, convertido hoy en el mayor cementerio que podamos imaginar.

MIGUEL ÁNGEL VICENTE MARTÍNEZ

16 DE SEPTIEMBRE 2015

 

 

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